domingo, 9 de febrero de 2014

Las rabirtas.

Los niños y niñas de tres años comienzan a relacionarse con sus iguales con necesidades, intereses y personalidades diferentes a los suyos. Esto hace que, en algunas ocasiones se puedan originar situaciones conflictivas que pueden afectar a la dinámica familiar y escolar. Estos comportamientos aparecen cuando  el niño quiere llamar la atención del adulto, experimentar poder frente a los padres o sus iguales o querer conseguir cosas que no se les pueden conceder.
Las rabietas son una característica propia de esta edad, surgen cuando no se consigue aquello que se desea y hay una imposibilidad de expresarlo. Son comportamientos inmaduros que sirven para manifestar un enfado. Como aún tienen dificultad para expresarse correctamente mediante el lenguaje, lloran, se quejan, se enfurruñan, dan pataletas, chillan, se ponen nerviosos e incluso agresivos.
Las rabietas suelen ser muy explosivas y sonoras y pueden manifestarse en cualquier lugar. 
A partir de los tres años suelen comenzar a suavizarse. A medida que va progresando en el desarrollo del lenguaje, el pequeño va  a ser capaz de expresarse y manifestar y decir aquello que le ocurre. Por ello es de suma importancia que se le enseñe a expresar sus ideas y sentimientos a través de las palabras.
Pero cuando surge la rabieta...¿qué debemos tener en cuenta?
  • No atender al niño con una rabieta no significa rechazarle afectivamente sino retirarle nuestra atención hacia ese comportamiento.
  • Ante la indiferencia del adulto frente a la rabieta aumentará la intensidad de la misma. No hay que asustarse, irá disminuyendo poco a poco.
  • No debemos perder el control, no hay que gritar ni dejarles solos.
  • No se deben utilizar el miedo ni el chantaje para controlarlas.
  • Cuando se hayan calmado debemos hablar con el niño de lo mal que lo han pasado y lo inadecuado de su comportamiento, mostrándole siempre cariño y afecto.
  • Reforzar al niño siempre que consiga controlarse y exprese con palabras lo que le preocupa.
  • Estimularlo y escucharlo cuando algo no le sale bien.
  • Cuando la rabieta es por no salirse con la suya no hay que ceder, es mejor ignorar el comportamiento.
  • Si el niño o la niña tiene que hacer algo importante, por ejemplo, irse a la cama, comer, ir al cole, debe hacerlo, la rabieta no debe ser un impedimento para ello.
  • Si el niño no consigue lo que quiere a través de una rabieta aprenderá que éste no es el medio para conseguirlo.
  • Es importante que todas las personas cercanas al niño actúen de igual forma (abuelos, tíos...) frente a una rabieta.
  • Si la rabieta es tan fuerte que el niño podría llegar a lastimarse hay que cogerlo en brazos hasta que sintamos que comienza a relajarse.
  • Cuando la rabieta pase se ha de actuar normalmente, como si nada hubiese sucedido.
  • Es de suma importancia que ante las primeras rabietas del niño o niña se mantenga la calma y el control ya que esto marcará las siguientes pautas.
  • Es fundamental que tanto el padre como la madre estén de acuerdo y se mantengan igual de firmes a la hora de poner límites y normas al comportamiento del niño o la niña.


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